SEGUNDO CHANCE
La pregunta de Jesús a Simón Pedro
Simón hijo de Jonás me amas?
No importa si es familiar, una relación de
parentesco, personal o de trabajo, todos merecemos una segunda oportunidad para
probar nuestra valía.
El pesimista siempre ve la dificultad en cada oportunidad,
el optimista ve la oportunidad en cada dificultad: Winston Churchill
‘No se puede descender por
el mismo rio pues cuando desciendo por segunda vez ni el rio ni yo somos los mismos
Un sueño solo puede triunfar sobre la
realidad si a ese sueño se le da la oportunidad.
Hoy es todo lo que nos queda para hacer el bien, pues mañana puede
ser demasiado tarde para hacer, reconstruir y poder decir y expresar sentimientos
Siempre hay un mañana y la
vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco, y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca
te olvidaré.
El fracaso es una gran
oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia
Dios no nos pide permiso para quitarnos algo
En una ocasión Dios envió al profeta Jeremías
a la casa de un alfarero. Le dijo:
Jeremías
18: 2 "Levántate y vete a la casa del alfarero y allí yo te hablaré. El
profeta dijo: yo descendí, fui a la casa del alfarero y he aquí que el que
trabajaba, trabajaba sobre una rueda, y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en la mano, y perder
en la mano, y volvió y le hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
Entonces el Señor habló y dijo: no podré
yo hacer de vosotros como este alfarero, y como el barro en la mano del
alfarero así sois vosotros en mi mano."
Dios es un Dios de la SEGUNDA OPORTUNIDAD.
Está escrito: Job
14:7 "porque si el árbol fuese cortado, aún queda de él esperanza;
retoñará aún, y sus renuevos no faltarán. Si se envejeciere en la tierra su
raíz, y su tronco fuere muerto en el polvo, al percibir el agua reverdecerá, y
hará copa como planta nueva"
Esta es una promesa de Dios.
Jesús, el Hijo de Dios, tomó vidas y las hizo de nuevo porque Él es Dios de segunda oportunidad.
Un hombre llamado Simón, pescador de oficio y propietario de un pequeño
negocio, cuya vida estaba hecha, "sin pena y sin gloria", conocería
al Dios de la segunda oportunidad. Simón estaba conforme con unos cuantos
pescados por día, unos cuantos cestos por mes; vivir y dejar vivir parecía ser
su filosofía de vida.
Sin embargo a este rudo hombre Dios le dio una nueva
oportunidad. Jesús apareció en el área de trabajo de Simón, subió a su barca,
le ordenó bogar mar adentro y echar las redes para pescar. Cuando tiró la red
ésta se llenó de peces, de tal manera que se rompía. Al ver esto Simón cayó de
rodillas ante Jesús diciendo:"apártate de mí porque yo soy un
hombre pecador". Repentinamente,
en medio de su vida sin sabor, un milagro aconteció. Jesús le dijo: "Simón no tengas miedo porque
desde ahora tú serás un pescador de hombres". La vida mediocre
que había vivido Simón quedaría en el pasado. A partir de ese momento Jesús
hizo de él un hombre de renombre y sería conocido como el líder de la Iglesia
Cristiana en Jerusalén. Simón, el apóstol Pedro.
Un recaudador de impuestos. lo que le reportaba este tipo de trabajo. Un día
Jesús pasó por su lado, lo vio enredado en su negocio, seguramente exigiendo y
maldiciendo. Se acercó, lo miró a los ojos y le dijo una sola palabra: "Sígueme".
Había algo en esa palabra dicha por el Maestro. Se levantó, dejó la mesa, el
dinero, el pasado y siguió a Jesús. Leví, conocido como Mateo, el discípulo, el
apóstol, el autor del Evangelio según Mateo. ¡Qué oportunidad trascendental!
Escribiría acerca de Jesús, caminaría con Jesús; las generaciones escucharían
de él.
Recuerde... cuando un vaso se arruina, Él lo hace de nuevo.
Dios de la segunda oportunidad.
Quizás en alguno de los
rememorados se halle identificado, o quizás vea plasmado ese hijo que está
lejos, o el hombre que hizo añicos su vida o, porque no, la mujer que transitó
los caminos fáciles que ofrece la vida, o el que se consideró un fiel
religioso.
"Yo perseguía a los cristianos hasta la muerte, los perseguía, los
entregaba en la cárcel fuesen hombres o fuesen mujeres". (Hechos 26:11) Tan fiel y celoso de la religión se
consideraba que castigaba a los santos en las sinagogas, los encerraba en las
cárceles y cuando los mataban, él daba su voto de acuerdo. Los forzó a
blasfemar, y enfurecido sobre manera contra ellos los perseguía hasta en las
ciudades extranjeras. Este hombre no se merecía una segunda oportunidad. No un
hombre así. No un hombre que persiguió a Cristo, que persiguió a los
cristianos.
Un día apareció Jesús a este hombre y le ofreció una segunda oportunidad. "Saulo, Saulo ¿por
qué me persigues?", fueron las palabras de Jesús a él. Una luz
brillante lo iluminó y una voz como trueno resonó: "Yo soy Jesús, a quien tú
has perseguido". ¿Jesús le ofreció una segunda oportunidad a
Saulo?, Sí... Pablo, el futuro apóstol. Aquel que escribió gran parte del Nuevo
Testamento. El apóstol que nos habló de la gracia, del amor, del perdón, de la
misericordia de Cristo; y nos habló también de la segunda oportunidad que en
Cristo podemos tener.
¿Otro afortunado? Éste era un ladrón. Atrapado, juzgado y sentenciado a muerte. Le tocó nada menos que estar junto a Cristo crucificado. El ladrón reconoció merecer morir. Le pidió a Jesús una segunda oportunidad minutos antes de morir..: "Jesús acuérdate de mí cuando vengas en tu reino". Y Jesús le dio una segunda oportunidad. "Hoy tú estarás conmigo en el paraíso".
A todos Jesús ofrecía una segunda oportunidad; y no sólo a los vivos.
Había una niña cuyo padre vino corriendo pidiendo una oportunidad para su hija
enferma. Alguien interrumpió diciendo que ya había muerto. ¡No había más
oportunidad! Jesús dijo: "vamos a tu casa, sólo está
durmiendo". Él tomó la mano de la niña y dijo: "talita cumi", que significa muchacha levántate.
Otro muchacho estaba en un cajón, lo estaban llevando a enterrar, su madre
dolorida lloraba, posiblemente era su único hijo. Jesús pasaba por ahí, miró a
esa madre, a ese cajón, y dijo: "levántate".
En otra ocasión fue una mujer. Una mujer adúltera, que se salvó de que la
maten. En Juan 8:4, unos hombres religiosos sorprendieron a una mujer en el
acto mismo de adulterio, enojados la tomaron de la mano, la arrastraron por las
calles, querían apedrearla, y se la llevaron a Jesús. La mujer temblaba
pidiendo piedad. Jesús le dio una segunda oportunidad. Miró a todos los que la
acusaban con esa mirada que descubre hasta el secreto más profundo del corazón,
y uno a uno bajaron la mirada, mientras Jesús comenzó a escribir en el piso.
Uno tras otro dejaron aquel lugar convencidos de sus propios pecados. Cuando
quedó solo Jesús con la mujer le preguntó dónde estaban sus acusadores. No
viendo a ninguno le dijo: "Yo
tampoco te condeno, vete y no peques más".
¡Qué hermosa es una segunda oportunidad! Cuando la vida parece destruida,
cuando no hay ya esperanza, cuando nada parece arreglarse, cuando se desea la
muerte pues no hay solución, una segunda oportunidad espera.
Un hombre que arruinó su vida, Jesús nos la contó en una parábola, diciendo que
había un hombre que tenía dos hijos, el menor vino un día a su padre y le dijo:
padre "dame lo que a mí me corresponde en la herencia, yo me voy de aquí."
Dice que el padre le repartió los bienes, le dio el dinero que le correspondía.
No muchos días después juntándolo todo, el hijo menor, se fue a una provincia
apartada, y allí desperdició todos sus bienes viviendo perdidamente. No había
cosa que él no había hecho.
Cuando todo lo había malgastado, no le quedaba ni un centavo, sus amigos lo
habían abandonado, su vida estaba destruida. El alcohol, las mujeres y las
fiestas lo habían arruinado; allí estaba solo abandonado, condenado, maldecido,
y encima su vida de pecados le pesaba como una piedra colgada al cuello.
El se
arrimó a un hombre que tenía una pequeña hacienda de cerdos y le pidió por
favor que lo dejase trabajar. Tal llegó a ser su miseria que deseó saciar su
apetito con las algarrobas que comían los cerdos.
Entonces mirando su vida arruinada, dijo: "Cuántos
obreros en la casa de mi padre tienen mucho pan y yo aquí estoy muriéndome de
hambre". Se le ocurrió una idea, quizás podría haber una segunda
oportunidad para su vida; quizás el pasado podría ser revertido.
Ese joven volvió en sí y dijo: "me voy a levantar, voy a ir a mi padre y le voy a decir; Padre he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo hazme como uno de tus obreros que trabajan en tu casa". Se levantó y comenzó el largo regreso a la casa del padre; él no sabía cómo lo iba a recibir. Pensaba: "¿tendré otra oportunidad, me rechazará, me dará lo que merezco por mi culpa; me echará...?"
Cuando se fue acercando el padre lo vio de lejos y fue corriendo hacia él, así
como estaba sucio en sus harapos, el padre lo tomó del cuello, lo abrazó y lo
besó. El hijo dijo: "Padre,
Padre he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado
tu hijo". El padre llamó a sus siervos y les ordenó sacar el
mejor vestido, ponerle un anillo y calzarle los pies; tomar el becerro gordo,
matarlo, comerlo y hacer fiesta, regocijado llenó la casa.
"Este mi hijo, estaba muerto y ha revivido, se había perdido y es hallado".
Jesús, el Dios de la segunda oportunidad tiene un lugar en Su casa para usted.
El desea cambiar sus harapos por vestiduras nuevas, cobijarlo en el abrazo de la reconciliación, y que se regocije en esa tremenda oportunidad concedida por los Cielos.
El Dios de la segunda oportunidad quiere que de ahora en adelante su vida sea nueva, y muy diferente. La segunda oportunidad no conoce de edad, nivel social o raza, conoce de
misericordia.
Muchas personas caminan hoy por las calles con sus vidas hechas trizas,
anhelando una nueva oportunidad. Quizá usted es una de esas personas. Sepa... hay lugar en la casa del Padre.
Haz tus tareas bien. Es importante evitar crear un problema de cosas
insignificantes que podrían haber sido evitadas fácilmente.
Haz una pequeña búsqueda interior. La mejor que puedes hacer antes de considerar dar un segunda
oportunidad: sentarte, reflexionar y meditar en las razones de los malos
entendido.
Haz solamente aquello que estás seguro
que puede funcionar. No sigas más allá y
esperes más de lo que se puede lograr en lo que se refiere a la solución del
asunto en cuestión.
Deja que el tiempo y algo de espacio sane las heridas aunque seas tu quien tenga que dar el primer paso. Ambos lados pueden tener problemas para dejar el orgullo al lado, pero alguien tiene que dar el primer paso para poder resolverlo.
Asegúrate que ambos tienen claro cuál es
el problema
Dale a la relación otra oportunidad
Toma responsabilidades.
Tener un período para dejar que las
cosas se calmen.