Era así mi madre, a todo el que se topara con ella de seguro si cruzaba alguna palabra con ella le presentaba a Jesús. Tenía una forma muy peculiar. “Tu sabias que Jesús te ama?” y algunas personas le decía –“Si, y otras se quedaban calladas, como ya viene esta hablar de Jesús, pero ella seguía, y le preguntaba “Tu sabes que Jesucristo murió por ti y te ama y solo El, Es tu Salvador?”, Tu sabias, que no fue María, ni Pedro ni Pablo, ni tu mama ni tu papa, ni tu esposo – esposa, ni tu novio novia?, sino que fue solo Jesús que derramo toda su sangre por ti” y seguía, “tu sabes que el único que te puede ayudar en ese problema que tienes es El? , ¿por qué no le cuentas a Él lo que te pasa, cuéntaselo, díselo, que El es tu amigo y quiere y desea que tu le cuentes lo que te pasa, quieres contárselo ahora?.-
La mayoría de las personas necesitadas, de la dulzura de una mujer tan linda como ella en cuerpo y alma, porque era preciosa mi madre físicamente parecía una princesa de cuentos de Adas, pues las reinas se han caracterizado por ser feas, y ella era preciosa.
Si la persona le decía –“ahí si dona ore por mi por favor”, ella ni corta ni perezosa oraba sin importar que estuviera en una caja de un supermercado, en un pasillo de una tienda, en un parque, en una esquina cogiendo concho, o caminado haciendo ejercicio, o con el marchante de las frutas, las personas que iban a la casa como el plomero, electricista, la maestra de la escuela, el gerente de una oficina. Dolores Matilde Cueto Cueto de Campillo no hacia acepción de personas, ella estaba segura de que todos necesitaban a Cristo y necesitaban una palabra de aliento. Y sobre todo esto lo hacía con la mejor de su sonrisa, sin importar el dolor que en ese momento estaba sintiendo.
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